AIRE
Te llevaste, en alocado revuelo, el alma mía;
brisa traicionera, devuélveme mi juventud,
mi ánimo, y mi solitaria decepción tardía.
Dido R. Ráez
29/04/2014 - creado
24/10/2014 - finalizado
DATE LA VUELTA
Una persona cualquiera, en un día cualquiera, de un mes cualquiera, tomando asiento frente a la mesa se detiene a contemplar con fijeza y ensimismamiento todo lo que le rodea; sin saber muy bien qué decir ni qué opinar, tan sólo se limita a respirar, como cada día de su vida desde que vino al mundo y logró entender que el sentido de su existencia se organizaba en torno a esa necesidad básica de tomar aire; ese mismo acto con el que se unía al mundo absorbiendo su esencia, asimilándola en su interior y expulsándola transformada en un tumulto de vaho inapreciablemente corrompido p
Miriam y los Monstruos
Hace frío. Por mucho que intentes ignorarlo, en la cárcel siempre hace frío. Aunque trates de olvidar de dónde vienes, el típico e indiferente aliento helado de la celda te perseguirá día y noche; recordándote al oído la reiterada letanía que explica cuál fue tu error, tu fallo, el disparate que truncó tu destino. Y así, todo queda resumido en una insufrible existencia marcada por la frigidez de un disfrazado sino…
Miriam no es miedosa. No le teme a casi nada. Miriam sólo tiene miedo a sus monstruos; ni a los vampiro
DE CRISTAL
De cristal es el capricho que anhelo desde mi aflicción;
vidrio, luna y espejo vendido al mejor postor.
Reflejo de mis desvelos, hálito de incomprensión;
un vano soplo de viento, un aura de blanco fulgor.
Brisa helada de invierno, limpia, pura, mundanal;
tan profano como añejo, mi corazón rendido ansía un abyecto desear.
Céfiro aire codiciado, que llegas a mí como antaño tan pronto como te vas,
¿qué me traes? ¿qué me revelas? ¿qué me ofreces cual mercante?
¿no te basta con destaparme lo que ansía, codicia y a
USTED, LA GUERRA
Quema la cruel infamia vertida sobre estas tierras…
Sangre que tiñe el campo, y a la arboleda colorea...
Grises cenizas que adornan el llanto de la calamidad....
Boleros del alma perdida, ¡azotad! ¡desgarrad! ¡Elevad vuestro dolor, oh; queridos hermanos!
Patria asolada por ruines, ¡grita! ¡Quéjate! ¡Canta al crimen perpetrado que en tus entrañas cometen!
…Y de entre las sendas marchitas... los trigales apagados...; el llanto de un bebé herido... que pide a sollozos amparo.
Usted se lo llevó todo; usted destruyó los caminos, semb
TIBIO ARRULLO
Las mañanas siempre pasaban lentas y pesadas en aquel enorme caserón de piedra maciza, mármol, granito y pizarra. Las tardes se arrastraban como agonizantes esclavos que ansiaran una ligera gota de agua para calmar su dolor. Las noches… daban final a la tregua tranquila del día para solapar la existencia de los inquilinos.
Temblaban las llamas de las velas, las expresiones faciales de los cuadros se deformaban trémulas a contraluz, parecía agitarse la larga alfombra roja extendida desde el portón al centro del salón principal, recordando a una larga lengua bífida que se dividía para alcanzar las alcobas y dar punto y fin
ANOCHE
Anoche te besé y apenas te diste cuenta.
Los murmullos de mi voz arrullaron tu descanso,
y las caricias de mis manos, acunaron tu sopor.
Anoche te besé, y el mundo se vino abajo.
Los truenos con rabia clamaron;
el cielo se encapotó.
Qué indignante esta soberbia de elemento natural;
creyendo que en tus rubores se reflejaba su faz;
que de tus sonrisas traviesas, la causa era su mirar;
y que entre tus hondos suspiros, su nombre arrancaba tu amar.
Anoche tuvo un sueño horrible; pura pesadilla del mal;
irracionales sorpresas, monstruos de sangre infernal.
Anoche fui a visitarle, su llanto me di
Y ENTONCES ELLA
Rumor de horas negras, color ceniza; teñidas de púrpura y carmín; a rebosar de hastío y mediocridad angustiosa.
Redoblar de tambores desde el interior del más puro infierno, oscuridad eterna que desde el abismo fluye sin cesar.
Eco de la mala lengua, aquella que lame el rastro pútrido de la ominosa envidia, que tanto dolor provoca y a la vez tanto regocijo aporta al desdichado criminal.
Masoquismo es este duelo; sediento de venganza y crueldad, rezuma por sus poros la ira, se hunde en la inmensidad.
Sadismo, colapso de los sentidos, atenazador de almas, beligerante aplomo contra la piedad de
EL OCASO
Y llegará tu ocaso, doncella del sol, cuando, entre animoso y desgarbado, desaparezcan sus rayos pesados tras la espesa cortina con que la luna lo envuelve cada noche y lo hace perecer.
La lluvia que baña este corazón herido, la sangre drenada con tu anochecer; el alba se apaga tras estas cortinas, que día tras día me hacen perecer.
Dime, soberbia luna, tú que tienes todas las respuestas; si el crepúsculo de mi vida algún día tendrá final; si alguna vez, en su inmediatez confusa, mis palabras necesitaron alma para viajar; y desvela si mis dedos se crisparon de celos, odi